22 mar 2017

Todo llegará cuando tenga que llegar pero... ¿y si no llega?


          ¿No tenéis, a veces esa sensación de que el tiempo apremia? ¿Nunca habéis sentido la necesidad de alcanzar una meta en ese momento porque perderéis la oportunidad? Pues esas son justo las sensaciones que me recorren en este momento. Me veo con 28 años, recién cumplidos, y “más perdida que el barco del arroz”; ¿de dónde vendrá esa expresión? Bueno… al tema que me despisto.

            Mi vida siempre ha sido un ir y venir de decisiones no muy acertadas, que digamos. Y los últimos dos años y medio han estado muy marcados por caminos que no debí tomar o tal vez sí, no sé. Dejémoslo en que esas decisiones no ayudaron demasiado. Por todos estos motivos, me encuentro totalmente desubicada, sin saber muy bien cuál es mi sitio en el mundo o cuál es ese camino que conducirá hacia el paraíso prometido.

            Soy consciente de que toda la culpa es mía y asumo el error de encabezonarme en hacer algo por el mero hecho de demostrarle a los demás que podía, que lo conseguiría y que ellos estaban totalmente equivocados. Lo hice sin ser consciente de que queriendo satisfacer a mi ego, me estaba perdiendo a mí misma, y cuando quise darme cuenta ya era tarde para recuperarme.

            ¿Qué cuando cambié el chip? En el instante que entendí que todo el mundo avanzaba menos yo. Mis mejores amigas comenzaban hacer planes de futuro, incluso de matrimonio, mis conocidos se embarcaban en fascinantes proyectos laborales y yo seguía en la casilla de salida. Era una mera espectadora de como la vida avanza sin hacerme participe de ello.

            Sin embargo, para bien o para mal, soy consciente de que esto me ha enseñado muchísimas cosas. La primera de ellas, que hay que reconocer cuando has perdido una batalla y una retirada a tiempo ayuda, e incluso, te ahorra mucho sufrimiento. También he aprendido que nada en la vida tiene un momento determinado para hacerlo. ¿Por qué comparto esta reflexión?, porque a mi edad ya me imaginaba casada o viviendo en pareja, con un trabajo de ensueño, mi casita adosada y mi perro. Los niños los dejaba para más adelante. Y de todo eso ¿que tengo? Tengo a un chico estupendo a mi lado y al perro, ¿qué más se puede pedir?

            Y después de todo este rollo que he soltado, solo quiero deciros que viváis y que lo hagáis felices y contento con cada cosa que os toque vivir. Que no os dejéis llevar por los estereotipos, porque cada cosa tiene su momento, eso es cierto, pero a tu ritmo. Nunca te dejes guiar por la vida de lo demás. Además, a cada persona nos tocará vivir cosas diferentes y si a ti no te ha tocado vivir en la costa no tienes que estar triste por ello, sino que tienes que disfrutar de la montaña al máximo. Hay cosas que nunca nos llegará y debemos vivir con ello.

            Lo más importante es disfrutar y apasionarte con cada cosa que haces, sin preocuparte de si lo vas a terminar antes o después. Acabemos de una vez por todas con eso de ponerle fecha de caducidad a los proyectos o a los sueños, porque solo nos condicionará sin dejarnos disfrutar de lo que hacemos.


Fuente: Escritos (Instagram)

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